El árbol de la vida



(Del libro del Ari: “El árbol de la vida”, Parte I. Rabino Itzjak Luria)
Contemplad, que antes de que las emanaciones fueran emanadas y las criaturas creadas, la simple Luz superior había llenado la existencia entera y no había espacio libre, semejante a una atmósfera vacía, un hueco o una fosa, sino que todo estaba ocupado con una simple Luz sin límites y no había tal parte como cabeza o cola, sino que todo era simple, suave Luz, balanceada e igualmente distribuida, y esta era llamada la Luz sin Fin.
Y cuando por Su simple voluntad, vino el deseo de crear el mundo y emanar las emanaciones, traer a la Luz la perfección de Sus obras, Sus nombres, Sus apelativos, lo cual fue la causa de la creación de los mundos, Él entonces se restringió a Sí mismo en el medio, precisamente en el centro, Él restringió la Luz, y la Luz se alejó hacia los lados, alrededor del punto central.
Y ahí permaneció un espacio solo, un vacío rodeando al punto central. Y la restricción había sido uniforme alrededor del punto vacío, de tal forma que el espacio estaba equilibrado en círculo alrededor de éste.
Ahí, después de la restricción, habiendo formado un vacío y un espacio, precisamente en medio de la Luz sin fin, un lugar fue formado, donde lo emanado y lo creado pudieran residir.
Entonces de la Luz sin Fin una simple línea colgó, dentro de ese espacio, y a través de esa línea, Él emanó, formó, creó todos los mundos.

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