¿DORMIR?




Y que no quiero dormir, que se me sube a la cabeza toda el agua que escuché y cimbró mi alma, aquello de las aguas ocultas y lo de un tal Gamaliel que insiste en susurrar en mi oído su nombre, una y otra vez hasta provocar que un grito silencioso salga de mi pecho y repita una y otra vez su nombre en mi memoria. Gamaliel, Gamaliel…
¡Y que no quiero dormir! ni me importa hacerlo y todo cabalga en mi mente… La luna del 27, el cambio, lo nuevo, lo de antes, lo público, lo privado, lo erótico y el cigarro, la ventana, los ruidos, la sequía, la crisis, las oportunidades, el entorno, el espacio y todo lo que inevitablemente entra por mis cinco sentidos.
Y no quiero dormir, porque se me hace tiempo desperdiciado, porque tengo que escribir, porque tengo que recorrer el dilatado mundo de las letras, porque tengo que bajar de peso, porque tengo niños que cuidar, porque tengo que pensar en el amor, porque tengo un amor, porque en la inmediatez de mi sueño despierto, y entonces; creo que es insuficiente la vida y no quiero dormir. Porque pienso en todo aquello que me da miedo, en la niñez, en los intrincados sueños de adolescencia, en el suicida que vive en mí, en lo aberrante de la vida adulta y me da miedo mi propio miedo.
La consternación en sostenido aumento y los ojos se cierran y las manos inquietas buscan tocar, o por lo menos teclear, para no perderme en el abismo de la nada. Por todo lo que me falta, por todo lo que no fue, por lo que es, por lo que puede ser ¿Cómo dormir así? Con y por los poetas y locos, por la ventana de mi cuarto, por la luna en cuarto menguante, por la desesperación de un cigarro más, por la caótica relación que existe entre los pensamientos y las palabras, por la crudeza de lo real y la belleza de lo erótico.
¿Cómo dormir si aún no se escribir? ¿Cómo conciliar el sueño esperando siempre una llamada? ¿Y si no habla? Y si habla y no le contesto y si le contesto y se enoja y si se enoja y yo me siento desgraciada y si no me importa sentirme así. Mejor no duermo, pensando en querer alcanzar a los grandes trovadores, alcanzar a los ángeles o en querer escribir hasta morir o por lo menos dormir.
¿Y si tal vez muero antes de que hable? ¿Para qué y porqué tan agónica espera? Sólo por escuchar su voz que me hace escribir, sólo escucharla me lleva a mundos intangibles.
¡Y que me importa si no habla! ¿Y que importa la luna y que importa dormir y el agua y Gamaliel y qué importan los poetas y los muertos y los ángeles? No importan. Mientras no te tenga todo pasará como si no fuera.


kláusula

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