Hay verdades que llegan como relámpagos: iluminan por un instante y, cuando la luz se apaga, sabes que ya no eres el mismo. Este texto lo escribí hace más de una década, y sin embargo hoy lo siento más vivo que nunca. Quizá porque en estos años he entendido que para aprender de verdad, primero hay que desaprender… dejar ir lo heredado, lo impuesto, lo que nos enseñaron como “verdad” pero que nunca resonó en el corazón. Vuelvo a estas palabras porque siguen siendo brújula: me recuerdan que el amor es libertad, que la soledad no es enemiga y que el camino de regreso a uno mismo está hecho de pasos valientes, aunque duelan.
He aprendido que en la simplicidad radica la alegría. Que el Amor es, y punto. Que los amigos no siempre estarán a nuestro lado, y que a veces se alejan no para abandonarnos, sino para dejarnos crecer. Que su ausencia no significa que hayan dejado de ser amigos.
He descubierto que volar es posible y gratuito: basta con Amar para alzar el vuelo. También entendí que el “te amaré para siempre” y el “estaré siempre a tu lado” no existen, y tampoco importa, porque el verdadero Amor vive en el “aquí y ahora”. Lo importante es estar cuando hay que estar, y amar en todo momento.
Ya no me asusta la soledad. Aprendí que leer, llorar, reír, pensar o simplemente respirar en silencio puede tener efectos milagrosos sobre el alma. Estar sola no es estar desolada: la soledad enseña a crecer y a disfrutar más la compañía cuando llega.
Comprendí que no es bueno permanecer junto a alguien por costumbre. El amor no vive en la rutina vacía ni en el miedo a enfrentar nuestros propios miedos. Amar es Ser y dejar Ser, sin ataduras que asfixian lentamente.
También he visto que, a veces, mi cuerpo y mi mente piden descanso, y que dormir más, no hacer nada o simplemente detenerme no es depresión: es un llamado a recuperar la energía.
Lo principal, y lo que cada día me repito frente al espejo, es: Acéptate tal cual eres. No disfraces tus carencias emocionales con enfermedades físicas, no culpes a otros por lo que sientes. Pide un abrazo cuando lo necesites. No te cubras con el disfraz de víctima. Ámate, y cúbrete con el manto del amor.
El amor es medicina para todos los males. La enfermedad no existe; existen estados emocionales alterados por falta de Amor. Cuando aceptas esta verdad, la vida se muestra generosa. Cerrar el corazón es un suicidio lento y silencioso.
No dejes que las “buenas costumbres” te impidan llorar, sonreír, bailar, jugar, sentir, aprender. Explora sin miedo. Desaprende lo “mal aprendido” y no te conformes con una vida tibia. Ama sin límites, entrégate sin fronteras.
Si no puedes amar, es porque el ego se ha instalado en ti. El amor es el único remedio para disolverlo. Como dijo Osho: “Si te decides por el ego, no podrás decidirte por el amor. Si te decides por el Amor, tendrás que abandonar el ego.”
Entrégate al Amor y descubrirás tu valentía. Libérate del miedo, de los juicios y las cadenas invisibles. Ésa es tu misión.
La teoría la sabemos todos, pero la práctica tropieza entre la mente y el corazón. El equilibrio no está en elegir uno u otro, sino en hacer que se den la mano y caminen juntos. Solo así podrás vivir en armonía y soltar todos los miedos.
“Cuando se llega al límite de todo lo creado y todo lo creído, se ve una luz que te vuelve a dejar ciego.” – Klaus-2009
Dios te bendice.